domingo, 11 de abril de 2010

La Taza de Café: Octava taza

Octava taza, el mundo girando, finales y principios de un ciclo 
 
     Un hombre del correo ingresó, y con carácter serio aguardó de pie sin emitir palabra. ¿Qué significa esto?, estamos a mitad de un juicio – sentenció severo el juez. Con su debido respeto, solicite que fuera enviada evidencia relevante con respecto al caso – dijo James. Era imposible traerla antes. ¿Puedo presentarla su señoría? – preguntó completamente serio, pero aun podía notarse el miedo a la negativa. Bueno, el juicio ya ha sido interrumpido, y si la evidencia es gravitante, no será un inconveniente – resolvió el juez. Becket se vio incomodo por el ingreso de nueva evidencia a su caso perfecto, más aun si esta provenía directamente de la defensa. En cuanto a Alphonse, estaba claramente alterado.
     Antes de presentar la evidencia, llamo al defendido, Paul McAlister. Acto seguido, el juez indicó a Paul que tomara lugar en el estrado. La evidencia que quiero presentar, es un listado de embarque desde Londres hacia Tennesse, en Estados Unidos, durante el día del suceso. Dicho informe fue aprobado tanto por la aerolínea como por los controles aduaneros de despegue y arribo. Como pueden observar – prosiguió James, implacable en su presentación – el imputado figura como parte de la lista. ¿Podría entregarnos su versión de los hechos, señor McAlister? – y con la conclusión de la presentación de James la corte estalló en murmullos y miradas acusantes que apuntaban al fiscal Becket. Silencio en la corte, ¡estamos en juicio! – protestó el juez. En cuanto al posterior testimonio de Paul, fue bastante simple y corto, relató su viaje con fines familiares y las actividades previas y posteriores a sus vuelos.
     Esto es totalmente inconcebible, todo el peritaje realizado por parte de los peritos, apunta al señor McAlister como culpable. Aquí se está tratando de presentar evidencia falsa – reclamó el malicioso fiscal al ver que su caso se desmoronaba. Eso es cierto, aquí hay algo mal, y eso es el testimonio del señor Jones – replicó tajante James. Quiero presentar la segunda evidencia que ha sido enviada a la corte. luego, enseñó una fotografía de una cámara de seguridad, donde se veía como el Alphonse había hurtado el arma homicida desde su casillero, en su lugar de trabajo. Creo que aquí hay una sobran las explicaciones  - prosiguió. Esta foto fue tomada un día antes del lamentable incidente. Y como se puede apreciar en la imagen, el señor Jones poseía guantes, lo que explica su falta de huellas dactilares, y explica el vínculo del señor McAlister en el caso – Narró para la corte.
     Fue magnificente la reacción de la corte, puesto que la presentación de James no dejaba nada que desear. El juez, corto de palabras, sentenció la inocencia del imputado Paul McAlister, y el arresto provisorio de Alphonse Jones hasta completar una nueva investigación de los hechos. Luego de tal soberbia presentación, me dirigí a la sala de defendidos, donde agradecí a James por su labor, y felicité a Paul por su recobrada inocencia. Sinceramente, gracias – les dije. Por estar ahí, sea para ayudar o ser ayudados, porque sé que siempre estarán ahí. James sonrió – Hombre, sabes que cuentas conmigo – comentó. Paul estaba aun un poco meditabundo por todo lo ocurrido pero dijo: “Han pasado muchas cosas arduas en nuestras vidas, pero hay vínculos que nunca acaban”. Gracias por mostrarme que lo que creía perdido, siempre estuvo ahí, y por hacerme notar que debo estar para lo que esta y no para lo que nunca estuvo – concluí. De rendirme, ni hablar, pero aun hay cosas que debo enfrentar, y esa taza la beberé hasta el final, por amarga que sea. Ahora, debo partir, luego podremos celebrar esto – y con un estrechón de manos nos despedimos, y partí hacia un lugar ya conocido, la estación de tren.
     En cuanto subí al tren, que por cierto, iba a la ciudad de Milton Keynes, solicité al asistente uno de los cafés más dulces que he bebido. El bombón de Milán. Le di un sorbo, y me repuso como varias horas de sueño, y trajo consigo esa dulzura de antaño, que no olvidare. El segundo, un tanto más amargo, me recordó una frase importante, “Nunca juzgues a un libro por su portada”, la cual era otra de mis reglas, por cierto. También recordé a quienes ya no están en mi vida, por diversos motivos y el porqué. Eso me llevo a una reflexión que desearía que alguien la hubiese oído: “Samantha, estés donde estés, se fuerte, no sé si fue bueno que me conocieses, pero espero que puedas tomar el trago amargo que te queda… sé que no es fácil una vida en la familia Becket”. El final de mi taza, era oscuro, pero dulce. Justo como mi próxima parada. El infierno va a tener problemas conmigo, se quedara con la peor parte de mí. Pero ahora se, que aun hay algo en mi que vale la pena salvar.

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