jueves, 15 de abril de 2010

La Taza de Café: Duodécima taza

Duodécima taza, días oscuros, noches brillantes

   No puedo quedarme atrapado en el pasado, debo vivir el presente y caminar hacia delante aunque no pueda ver nada hacia el final del camino. “seguir una persecución hasta las ultimas consecuencias”, es una de mis reglas. Esta vida es mi persecución y así lo haré.
    Dedique el resto de esa intranquila mañana a trabajar en mis escritos. Por alguna razón me sentía inspirado. Hice algunos textos que tal vez tenga la oportunidad de convertirlos en mi sustento de vida, pero por ahora las ganancias de la crónica del juicio cumplían bien esa labor.
    Decidí preparar un caramel machiatto, una vez que acabé de trabajar. Tenía un aroma dulce y melodioso. La oscuridad seguía ahí intacta, pero era dulce y brillante. El caramelo daba un toque especial a esa apagada oscuridad. Resolví que mi monótono escritorio no hacia justicia a tal café, y salí de mi residencia con el hacia un parque aledaño. Era un día frío y el sol lucía bastante mas apagado de lo usual, incluso para este tiempo.
    A lo lejos una persona se me acerco, se llamaba Stephanie, y era una colega con la que habíamos hecho algún par de trabajos en el pasado.  Era una persona agradable, pero de una mirada un tanto fría y poco reveladora. La acompañaba una compañera de trabajo, quien no conocía, pero a simple vista parecía una persona simpática. Lucia pelo corto y gafas, pero más notorio que eso, creo que lo que llamó mi atención fue ver a alguien sonreír tan ampliamente en este desolado lugar de Londres en un día tan opaco como este, aunque pareció algo bueno. Conversamos brevemente sobre el trabajo antes de que ellas siguieran su camino. Una vez concluido ese inesperado encuentro, bebí café lentamente, disfrutando cada toque  con ese gusto a azúcar quemada y esa oscuridad brillante que encandilaba mis ojos. Luego volví a mi apartamento.
    Llamé a Paul y a James. Aun teníamos algo pendiente. Nos encontramos en un bar, donde nos reunimos a conversar y oír algo de música, pues debíamos celebrar el triunfal juicio que vivimos todos juntos.  Había pasado tiempo desde la última vez que oí jazz. Fue una buena velada. Recorrimos nuestros pasados y también nuestra conjunta hazaña en una agradable plática.  Regresé en la madrugada, conforme con los momentos vividos durante el día, pero también con la seriedad que ameritaba meditar las cosas que había recordado. El dolor aun no se ha ido del todo, pero debo acabar con el infierno que aun me guardan algunas de esas memorias.
 
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=P hace poco que terminé este capítulo y ya que es lo único que agregaré por ahora al blog creí que no sería necesario crear otro tópico sobre actualizaciones. lo mencionaré cuando haya uno o dos escritos más que sean nuevos. por lo demás saludos a todos. espero que les de curiosidad de probar esa deliciosa mezcla de café.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me acordé de arthur conan doyle

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