lunes, 12 de diciembre de 2011

Expresos Navideños

Eran alrededor de las nueve, en una fría noche de diciembre. Las tiendas comenzaban a cerrar en el centro y las calles se comenzaban a vaciar. Aunque nevaba, Iris aun buscaba con la mirada perdida en las calles, un lugar donde encontrar algún brebaje reconfortante, antes de partir a casa, pero todos restaurantes y cafés estaban cerrando frente a ella. De pronto, vio una pequeña cafetería, bastante adornada acorde a las fechas. Con una pequeña puertita de madera con un diseño bastante artesanal, y en el vidrio aún decía abierto, así que se aproximó a esta, aunque cuando llegó se dio cuenta que alguien se acercaba a mover el letrero, así que se detuvo. Sin embargo éste, abrió la puerta.

―Disculpa ―dijo el joven, vestido de barista, con un chalequillo negro, y el cabello alborotado del mismo color ―. ¿Venías por un café?
―No lo sé realmente… solo quería algo tibio que beber en esta fría noche… ―y tomo un respiro profundo para proseguir, ya que se sentía un tanto incomoda ―. Pero ya veo que estás cerrando, así que no hay problema.
―No te preocupes, siempre hay tiempo para un cliente más ―replicó servicialmente ―. Un último cliente por día es la tradición en nuestro café, por favor pasa.
―En serio, no hace falta molestarse.
―No es molestia, después de todo, sería triste cerrar con un café sospeso.
― ¿Qué quiere decir eso?
―Te contaré la historia adentro, es una tradición antigua.

Finalmente, Iris accedió a entrar. El lugar por dentro era bastante acogedor, decorado con guirnaldas y un gran árbol navideño, decorado con esferas pintadas a mano. Si bien era un salón pequeño había espacio suficiente para unas cuantas mesitas y una barra, todo de madera barnizada. La luz era tenue, pero anaranjada, y hacía parecer que el frío no podía entrar allí. El lugar estaba vacío así que se sentó en la barra, algo apenada de causar trabajo adicional.

― ¿Qué es un café sospeso?
― Un café en suspenso… ―carraspeo para aclarar un poco su voz ―. Es una tradición no muy usada hoy en día, pero nosotros la seguimos practicando aquí. Es una costumbre napolitana, donde un cliente al tomar un café cancela un segundo y lo deja en suspenso. Cuando llega otro cliente, este puede consultar si hay alguno disponible y servírselo. En nuestro caso, nosotros no dejamos que se pierda un café en suspenso, así que si queda alguno se lo ofrecemos a nuestro último cliente del día ―narró mientras cambiaba el letrero en la puerta y se volvía a dirigir a la barra para prepararlo.
―Entiendo… pero tal vez un expresso no sea tan reconfortante como lo que busco
―Será un latte entonces. Todo café en nuestra tienda tiene el mismo precio, así que estará bien ―y en seguida se dirigió a la maquina a filtrar café recién preparado y a vaporizar la leche ―. ¿Qué esencia quieres agregarle?
― Hm… ¿tendrás cereza?
―Claro, en un momento estará listo ―y siguió trabajando en el café.

Luego de servirlo en una taza de cappuccino y haberle acomodado un platito con galletas navideñas a un costado, volvió a la máquina de cafés y preparó un expresso doble para sí mismo y también lo acompaño de algunas galletas, luego tomo asiento en una silla que tenía para descansar de ese lado de la barra. Iris agrego algo de azúcar a su café y lo revolvió lentamente en silencio. En tanto el joven bebió un poco de su café amargo y mordisqueo una galleta, luego trató de empezar algo de conversación.

― ¿Han sido días difíciles verdad? ―preguntó el barista con la mirada perdida en las luces del árbol.
― ¿Por qué lo dices? ―respondió algo intrigada.
―No muy a menudo tenemos clientes a estas horas tan cerca de navidad, pareciera que todo el mundo tiene que hacer algo, y olvidan el calor del café por unos cuantos días.
―Es cierto… últimamente no ha andado todo bien, pero, aun así espero con ansias la navidad, compartir con la gente que quiero, y no pensar más en las cosas malas.
―Suena bien… pero entonces, ¿podría preguntar que te trae aquí?
―Necesitaba pensar un poco, o al menos, tratar de seguir al sentido común.
―Es un buen lugar para ello ―dijo esta vez dirigiéndole la mirada a Iris ―. El café es un formidable compañero para esas cosas. A mí también me ha acompañado algún tiempo.
―De alguna manera, no esta tan mal saber que necesitaba esto.

Luego siguieron en silencio. Iris terminó su café y se alisto para irse. El barista solicitó un taxi para que la recogiera, y ella partió rumbo a casa. Pero su expresión no era del todo la misma, tal vez era un lugar invisible a la lejanía, tal vez solo había sido una taza de café, tal vez solo una conversación con un extraño, pero de alguna manera era grato saber que sin decir mucho, todavía se entendía lo que quería decir. Además, el joven le entregó una pequeña tarjeta de la cafetería. Camino a casa se dedicó a verla, y se dio cuenta que tenía una cita “Si estamos solos, también estamos juntos en eso”. Sonrió, y luego guardo la tarjeta, como si fuera su primer regalo de navidad.

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Ha pasado tiempo... en varias formas. Es el primer cuento que publico en un buen tiempo y el primero en varios meses que escribo como regalo. es sencillo, y tal vez algo acoplado a la epoca del año que estamos viviendo (Aunque realmente se aferra en parte a la cultura del hemisferio norte, donde nieva para estas fechas). Pamela :) Feliz Cumpleaños!, ojalá te guste :3.

Como siempre aprovecho el pie de nota para mandar saludo a los lectores del blog, que se que no son muchos, pero estan ahi. Pronto habrán noticias del cuento que les comenté en el grupo de facebook de este sitio. Pase lo que pase, ese cuento estará aqui antes de fin de año. En fin que tengan una bonita semana, ya que recién está empezando.





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Great!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

:) un tanto mágico y por que no decirlo místico te quedo genial feli ... que tengamos muchas semanas buenas jeje :D

Paula dijo...

Muy bonito el Cuento, me encanto bastante :3

Anónimo dijo...

Me gustó mucho. Es un lindo cuento y no me extraña que menciones el café en él. Espero que me enseñes más cuentos a la próxima.

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