domingo, 11 de abril de 2010

La Taza de Café: Undécima taza

Undécima taza, el reino de Morfeo

   No soy un adulto, aborrezco ese término. No pretendo ser uno más como Becket o similares bellacos. De todas formas, tampoco soy un niño. Mis idas y venidas desde las profundidades hasta las mismas nubes han dejado muchas marcas en mí. Al menos una cosa creía ver, dentro de esa complicada definición. El fuego que quema en mi no será cuestionado.
    Mi mente es una laguna de pensamientos, muchos de los cuales tienden a brotar en mi subconsciente o en el inconsciente. Aun así, los sueños eran algo raro en mi, sobre todo luego de días agotadores para mi mente y alma, como los recién pasados. Sin embargo, esta noche tuve varias visiones. La primera fue realmente digna de una película de acción. N tiroteo, ni más ni menos que para rescatar rehenes… y no podían ser otros sino miembros de mi familia los secuestrados, razón por la cual debí cancelar una cita con amigos…Rara visión. Incluso con una mediana conciencia no puedo interpretar el significado de tal bizarra batalla, la cual tuvo buen fin, salvo por la apagada voz de quien supo que no arribaría al lugar acordado. El segundo fue un tanto más doloroso, las ultimas dos personas que llegaron a jugar el rol de punto débil. Con la notable aparición de Samantha, diciendo que volvería y de quien sin querer, y a la vez en vano, cautivo mi corazón, en fin se presentó justo en el momento que oía esas palabras que despertaron el dolor y las espinas clavadas en mi alma. Incluso si ambas son etapas superadas, la herida sigue sin sanar por completo.
     Luego de esa loca noche desperté temprano en la madrugada, y decidí tomar una taza de café árabe, junto a un desayuno algo más magro que el de los últimos días. Luego tomé mi cuaderno y comencé a escribir corrientes de pensamientos que iban y venían por mi mente, mientras bebía mi taza algo más bistraído que de costumbre. Luego me pregunté, luego de haber alcanzado buenos finales para algunas cosas que habían estado pendientes… ¿He de tener yo un buen final también? Es muy pronto para saberlo, pero no puedo rendirme. Sin embargo, me quedé con el presentimiento de que mi historia no esta aún del todo contada. El café se había acabado, pero aun  no ha salido el sol. No puedo ver el color que se esconde bajo la oscuridad de mi taza, así como no veo el camino que he de seguir.

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