viernes, 22 de julio de 2011

Destellos de Fuego, Crónica de un Corazón A Capela

La nieve dejó de caer, y la noche se tornó muy fría. Las personas poco a poco iban despejando cada rincón del parque. Sebastian se encontraba posado en el tronco de un árbol, cobijándose de la imponente escarcha que había a su alrededor. Vestía un largo abrigo gris, bastante grueso, y sus manos tenían unos guantes de lana sin puntas. A duras penas, trataba de calentar sus manos con el encendedor que traía entre manos. En eso, vio cruzar a dos personas que caminaban en dirección opuesta a los columpios. Miró con desdén lo cercanos que lucían, y luego siguió jugando con el encendedor. Repentinamente, el viento sopló con gran estruendo, y apagó el encendedor. Por si fuera poco, cubrió al chico de nieve, así tapando su oscura cabellera.

―Jijiji… ―se escuchó una voz desde detrás del árbol, donde en efecto transitaba una acera con algo de concurrencia. El parque ya estaba casi desolado, salvo por las dos almas que en este momento lo ocupaban.
―Así que te parece gracioso, ¿ah? ―dijo el chico, sin si quiera volver la mirada.
―Pues sí, me place reír al respecto ― bromeó la chica que se puso frente a él. Muy abrigada y vistiendo vividos tonos rosa―. De todas formas, ¿No te alegra verme?
―Pues a esta hora, lo dudo ― luego miró hacia la copa del árbol, y bajo la vista lentamente hasta devolverla a ella ―. Alison, siempre es lo mismo… siempre debo esperar, no crees que ya he esperado suficiente.
― Pues sí, es verdad ― dijo riendo ―. Aun así, es algo divertido ―lo tomó de la mano y lo llevó hacia las estatuas que estaban unos pasos más allá de la pileta, en tanto, le contó su día, mientras contemplaban el parque decorado por aquellos arboles cubiertos de nieve al punto que parecía un techo de blanco algodón aligerando la oscuridad de la nublada bóveda del cielo. De pronto, se detuvieron. Sebastian se rehusó a dar un paso más.

―Hasta aquí ― farfulló―, mi espera acaba aquí.
― ¿Tanto deseas estar junto a mí?
― ¿Acaso es necesario que responda? ― se sonrojó, mientras arrastraba con su otra mano un bulto que llevaba envuelto en bolsas negras ―. Sin embargo no parece importarte.
― Eso no es así, al fin y al cabo sabes lo que diré… ― Sin embargo la voz se quebró al sentir que un cuchillo le estaba tocando por la espalda.
― Den la vuelta ―Demandó un grave grito.

Eran dos tipos encapuchados. Uno portaba el cuchillo que había petrificado de miedo a Alison. Una ligera niebla comenzaba a envolver el parque. Los sujetos solicitaron que entregasen todo lo que tenían de valor. No tomaron en cuenta el bulto pobremente envuelto ya que no parecía llamativo. Los jóvenes entregaron cuanto vino a su mente, billeteras, teléfonos e incluso la chica prescindió de sus aros. No conformes con ello. Un sujeto comenzó a acercarse a Alison.

― No crees que podríamos divertirnos un poco con ella ―dijo el sujeto que tenía el cuchillo en la mano ―. Luce bastante bien.
― Haz lo que quieras ―dijo el segundo ―, yo ya conseguí lo que quería. ― y en eso el tipo poso su mano en el rostro de la chica riendo mientras esta lloraba de miedo a medida que el tipo pretendía descender.
― ¡Suéltala! ― Dijo Sebastián, al unísono que se escuchó un golpe seco. En una fracción de minuto las cosas se sucedieron con una gran velocidad. Pero la chica no las olvidaría jamás. El acosador cayó tendido en el suelo, hecho que fue delatado por dos destellos claros como si el fuego se apoderara del momento por un segundo, que impactaran el abdomen de Sebastian. Las bolsas cayeron al suelo y delataron una vieja espada de madera. Sebastian solo atinó a golpear a su atacante, pero este a su vez propinó un último disparo.

La oscuridad se apoderó del parque. Ambos cuerpos cayeron al suelo, carentes de fuerza. Ambos delincuentes estaban inconscientes, en tanto a Sebastian una bala lo había atravesado en el pecho. Alison corrió a socorrerle, mientras este tocía y botaba lentamente ese vital liquido que aún lo ataba a este mundo. Alison gritó por ayuda pero al parecer nadie le escuchó, siguió intentando hasta que oyó una débil voz.

―Alison, tranquila… ― le dijo a la chica susurrando dificultosamente ―. Al parecer, este es el fin…
― ¡No!, ¡No digas eso! ―dijo entre llanto ―, quédate conmigo…
―Dilo antes de que sea demasiado tarde.
―Te quiero ― dijo la chica, tratando de contener el llanto.
―Y yo a ti ― dijo, dificultándose aún más su respiración ―. Cuídate, y se feliz…
― ¡No te puedes marchar ahora! ― grito quebrada entre llantos.
―Eso que traía envuelto… era un regalo para ti… Consérvalo, ¿sí? ― La voz se perdía cada vez más hasta que se desvaneció.

Alison gritó y gritó, hasta que una patrulla de policías llego al lugar. Al parecer algún vecino del barrio había alertado a la policía de los gritos en el parque, o tal vez de los tiros. Cuando llegaron encontraron la macabra escena. Alison tenía recostada la maltrecha cabeza de Sebastian en sus piernas. Ambos ladrones estaban heridos, y se los llevaron inconscientes. Alison aguardo en silencio a que la policía terminara su trabajo. Paso la noche y llego el amanecer. Tenía la mirada perdida entre esos árboles, tratando de pensar en que todo era un mal sueño. Terminados los asuntos policiales, se le permitió conservar la espada, que parecía añosa, aunque bien cuidada. Por el reverso, tenía tallada una pequeña nota:

“Espero que no me equivoque en lo que tu sientes, o que haya sido tarde”

La chica se dejó desplomar de rodillas, y el silencio se apoderó de la salida del sol. Así es como canta su melodía un corazón a capela, que por bello tono que alcanza, toda voz solitaria es acallada, y todo el calor se vuelve frío silencio. Así es como una melodía entro tarde, y nunca pudo haber canción.

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Muchas veces intenté narrar para este mismo título infructuosamente. A más de alguno habré comentado que mi intención con esta pequeña saga de cuentos cortos era alcanzar al menos 5. El fruto de un largo tiempo buscando la inspiración, tanto en este mundo como fuera de este, fue el resultado que ven a continuación. Ah, y como nota para quienes no son asiduos a mis escritos, los acentos en Sebastian fueron omitidos a proposito para ocupar el nombre en inglés (ya que la gran mayoría de los nombres de mis escritos no pertenecen al español).

En fin, mis saludos afectuosos para la gente que ha estado en contacto con este escritor errante el último tiempo. mencion particular para Paulo, mi buen amigo que estuvo de cumpleaños. A aruheri-oneechan :), mis felicitaciones por haber conseguido entrar a la universidad, y como siempre, gracias por ayudarme a construir este, mi rinconcito en el mundo. de paso, saludos a Nao :) que siempre me ayuda con la difusión del blog. Finalmente, me tomo el último reglón para preguntar si algun lector del blog se considera bueno en ilustrar, puesto que me urge encontrar a alguien que me ayude a dar vida en un dibujo a los cuentos de esta saga, agradecería que me contactaran, o expresen su interes en los comentarios. Hasta la proxima!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojala encuentres quien pueda dar color a tus escritos felipe, ya que son muy .... no se... llenos de sentimientos... :)

porqe tenia q morir ???????????????????? xD



Angella :)

Anónimo dijo...

La ilustración hecha, puede quedar mejor por un productor gráfico. Cuenta conmigo, como lector, como diseñador y como loco de patio.
La espada guardaba el secreto del alma, el temor de un corazón colmado de amor.

Linus Van Pelt.

Unknown dijo...

Creo que lo más importante de la historia estaba al final =3

Es interesante, como casi siempre en este tipo de cuentos muere la mujer. Es interesante un poco ese cambio de roles a los que estamos acostumbrados =3
Chaludos jelipe-niisan

Anónimo dijo...

Demasiado tarde verdad?
Nunca querido comúnmente acostumbrado
y cuando arrepentirse no sirve tan tarde
espero alguien supiera esto
...

Joseline V

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

a veces no pensamos en lo corto que pasa el tiempo...

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