martes, 14 de junio de 2011

Alma Fragmentada

   La habitación apenas si estaba iluminada. Los fríos muros de piedra se veían falsamente cálidos, con las antorchas que le iluminaban. No recuerdo que estaba haciendo, o como llegué ahí, pero por alguna razón no quería salir de la habitación sin saber que había allí. Había un viejo libro en una mesa tallada en piedra, con una enorme tapa de cuero cubriéndolo. Me acerque a leer su tapa. Ésta decía, “el silencio del pasado”. Intenté abrirlo, mas solo conseguí que se apagaran las antorchas. Sentí un duro golpe en mi cabeza y me desvanecí.

―Oye, ¡despierta… despierta! ―Susurró una voz un tanto aguda, que se me hizo muy familiar. Me reincorporé pesadamente, pero aún no veía nada.
―Será mejor que nos sigas a la luz ―Pronunció una voz un poco más ronca, se sentía demasiado extraña… casi como si yo me estuviera hablando. Me arrastraron por el brazo y yo caminé torpemente hacia donde me guiaban. Cuando salimos estábamos en medio de la ciudad en la noche. Algo no me cuadraba bien.
―¿Quienes son?… ―Dije mientras me volteaba para ver a mis presuntos captores, por llamarlos de alguna manera. Luego de verlos a los rostros, no podía caber en mi asombro. Ambos eran yo. En realidad, eran yo, pero a distintas edades. Uno era un pequeño de 10 años, que vestía un chaleco azul y pantalones de tela. El otro, un joven de pantalón verde, que llevaba una polera blanca ―. ¿Qué es lo que está pasando?, ¡díganme!, no entiendo nada.
―Estas dentro del libro ―Dijo el mayor ―. El libro proyecta la evolución de tu alma, y es por eso que estamos aquí… ¿es así como llegaste no?
―No recuerdo nada al respecto.
― ¿De todas maneras, debiese ser una reunión divertida no? ―Dijo el pequeño.
― No lo sé…

Entre camino y camino, dimos con un puente, era enorme y cruzaba un rio, y daba a la otra mitad de la ciudad, estaba iluminado por dispersos faroles, y los autos pasaban aislados por ahí, a pesar de lo pintoresco de lugar. La caminata comenzó agradablemente, ambos me contaron lo que hacían, lo que les gustaba, como eran… es decir, como solía ser yo. Se me hacía tan gratamente familiar reconocerles. En eso, una persona de abrigo y sombrero se acercaba caminando en dirección opuesta a la nuestra.

― ¿Te preguntas como he muerto verdad? ― Dijo el joven.
―La verdad, sí, me gustaría saber por qué ya no soy tu y… ―No pude terminar de articular la oración. La persona que venía caminando frente a nosotros sacó un arma y apunto hacia el pecho del joven que venía caminando entre yo y el pequeño, dando un certero tiro al corazón. El eco de la bala retumbó en los alrededores, y luego sobrevino un silencio horrible. Estaba paralizado, solo pude atinar a proteger al pequeño, que quería correr y abalanzarse sobre la misteriosa figura que cometió el crimen, quien por cierto, dio media vuelta y correr para darse a la fuga. En el apuro, dejo caer su sombrero, y con él, una larga melena lisa. También dejo caer una tarjeta de presentación, varios metros más allá, de un fulgurante violeta. El joven se desmoronó lentamente, recostándose por sus propios medios. Me acerque a oírle, ya que parecía intentar hablar.
―Ahora sabes cómo hemos desaparecido. Cuida bien lo que quedó de nuestro pasado, porque es todo lo que conservaras ―Y así, el joven dio su último aliento de vida.

El pequeño aun lloraba. Lo tomé con mis brazos y lo levante para llevarlo… pero comenzó a desvanecerse… así como toda la ciudad. Una vez más, todo era oscuridad, pero estaba consiente. Estiré los brazos tanteando, y di con el añoso libro, y lo cerré. Unas antorchas se volvieron a encender, y en efecto, estaba de vuelta en la cámara de piedra. No tenía nada simbólico en mis bolsillos, salvo un pequeño medallón dorado. Lo puse sobre el libro.
―Descansa en paz. Yo cuidaré lo que quedó de nosotros ―Y dicho esto salí por la puerta… esta vez, todo se iluminó de blanco y parpadee. Eran las 7 de la mañana y yo aún estaba en la cama. Todo había sido un sueño. Aunque algo en mi me decía que tal vez no todo lo había sido. Cuando me levanté a revisar mi armario, encontré desmembrado un juguete, y desgarradas un montón de fotografías. Comencé a limpiar en silencio… guardaré respeto por los difuntos y desaparecidos.

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No es nuevo que escriba sobre sueños, así que quise probar nuevamente con ellos. siento cierta afinidad a hacer cosas que pudieramos llamar oníricas. En fin, de vuelta a los cuentos más clásicos. Mis saludos para los nuevos y viejos lectores que se aparecen por aqui. Ojala no sean timidos y comenten de tanto en tanto. Hoy no daré nombres, es tarde y este prospecto de escritor debe dormir. Que sea una buena para todos, en estos días difíciles de fin de semestre en el hemisferio sur.

3 comentarios:

Unknown dijo...

mmmmm. Interesante escrito ^^
Quisiera saber donde quedó esa tarjeta de presentación (?)

Iris dijo...

Me gustó :)
Quizás hubiera querido saber quién era la persona de la tarjeta de presentación. A menos, claro, que... tu intención fuese dejarlo a la imaginación al lector. Al menos a mí, me produjo cuestionarme quién sería el asesino de lo que algún día fui y ya no soy... y encontré respuesta O:

No daría mucha fe de mis habilidades narrativas, pero en cuanto a lo que es escritura, cambiaría "Me acerque a leer su tapa. Su tapa decía" por "Me acerque a leer su tapa. ésta decía" y dejaría "pequeño" o "chico", pero no "pequeño chico", porque me suena redundante O: .

Bueno, esa es mi humilde opinión.
Saludos!

Linkin Boss dijo...

Gracias por la opinión. en efecto, no había recaido que había un par de redundancias por ahí, así que las críticas constructivas siempre son utiles. ojala pases por aqui de vez en cuando.

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