El viento sopló con violencia mientras el tren urbano cortaba el cielo nublado. Los edificios parecían distantes, tan solo sus luces y contornos se apreciaban desde los antiguos vagones. Se detuvo en la siguiente estación, y solamente bajó un individuo de negro, con solo una chaqueta ligera y sin muchas pertenencias. Se sentó en el andén. El viento soplaba desalmado, y el cielo amenazaba con una tormenta. Papeles comenzaron a volar alrededor del andén con tan fuerte resoplido. Uno callo en las manos del joven. Era una vieja carta, la cual leyó con desgano. Hablaba de momentos pasados, de cómo alguien podía intentar despedirse de a quien por mucho, se había considerado “a sí mismo.
― Increíble como un par de palabras te quiebran por dentro ―se dijo para sí mismo. Comenzó a llover, las gotas golpeaban lentamente al chico, pero no se inmutó. Pasaron los minutos, pero nada cambió, hasta que ligeros pasos se oyeron cada vez más cerca, sin embargo él, no se inmutó.
― ¡Kevin!, nunca cambias tontín ―dijo una voz bromeando, mientras era cubierto por un paraguas azul. La voz, en efecto, provenía de una chica, de una larga cabellera lisa y grandes ojos. Vestía una falda y una chaqueta abrigadora para tal lluvia.
―Aun así nada es para siempre, en algún momento, cada tela se destiñe, cada luz se apaga, y cada reloj se traba…o eso pareciese, ¿no es así, Selena? ― replicó. La chica no vacilo un momento y le bofeteó. Al segundo, le abrazó.
― Llueve, pero el sol tiene que salir, el cielo es negro, pero algún día brillará azul otra vez ― respondió mientras le soltaba para que caminaran a algún lugar que les protegiera de la lluvia.
―Tienes razón, por cierto, ¿Cómo me has encontrado? ―preguntó Kevin, levantando la mirada buscando una respuesta.
―No olvido a mis amigos ―respondió mirando hacia adelante ―tu eres uno, ¿crees que te dejaría aquí? ―añadió, un tanto impaciente.
―Muy por el contrario, se quién eres y sé que ahí estas aun cuando la luz del sol me ha traicionado ―Sentenció.
Caminaron en silencio, hasta llegar a un pequeño kiosco, donde compraron chocolate caliente y unas galletas. Era un sitio pequeño, había una banca techada y se podía observar a lo lejos los arboles de un parque, dando color al grisáceo ambiente de la ciudad cubierta por la penumbra nocturna.
―Ha pasado tiempo en verdad, ¿no es así Kevin? ―dijo la chica bebiendo un poco de su vaso.
―Mucho en verdad, y tantas cosas que han pasado entre medio.
―Sin embargo, tener amigos es impagable, por eso, aun siendo dura, no dejare de luchar por mis amigos ―le comentó Selena, mirando como caían las gotas de agua.
―Por eso mismo, creo que solo hay una cosa que puedo darte en agradecimiento ―contestó el chico, entregándole una carta―. Son memorias, son vivencias, es esfuerzo, soy yo – resolvió – no son muchos a quienes pueda decir, te confío algo que creo valioso, quien soy en verdad.
―Es un regalo muy especial ―dijo Selena, mirando con fascinación la hoja de papel ―...Hay algo que quiero que no olvides: “No siempre estamos todos con quienes nos necesitan, pero en nuestras mentes siempre están ahí, es por ello que nunca estamos solos” ― luego de eso ambos guardaron silencio por varios minutos, mirando la lluvia caer, y los arboles a su alrededor, en ese pequeñito rincón urbano.
Siguieron conversando por varios minutos. Las gotas de la lluvia se detenían poco a poco a medida que el tiempo pasaba. Kevin le contó sobre los tiempos que había estado lejos, y Selena le contó sobre ese lugar que alguna vez habitó. De pronto, el cielo comenzó a despejarse, cual claro en un bosque. Las estrellas brillaban en el oscuro cielo, iluminando soberbiamente la urbe. Selena terminó su chocolate caliente, y en ese momento se levantó de la banca.
―Ven conmigo ―dijo la chica, tomando a Kevin de la mano ―, debes ver esto ―y lo arrastró un par de cuadras hasta uno de los agujeros en el nublado cielo. Kevin solo se dejó llevar, trastabillando de tanto en tanto, en un torpe andar ―. Mira las estrellas, como destellan el azulado cielo.
―Lo veo ―mientras mantenía la cien fija hacia el cielo ―luce igual que esos zafiros que tanto te gustan, en referencia a los brillantes aros que llevaba.
― así es ―aseveró Selena, tomando la brillante piedra de uno de ellos ―. Tómala ― murmuró mientras la ponía en la mano de él ―. Espero que siempre te recuerde que no estás solo, y que también cuando partas, seguiré aquí, tal como tu carta, como una memoria inamovible en el tiempo, porque la amistad es como las cartas, cuando cuidadas y valoradas son, preservarán momentos por la eternidad… ― y así contemplaron por largo tiempo el cielo, que se fue colmando de luces, y hasta que sus caminos debían separarse.
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Es bueno saber que algunas personas consideren que tengo talento en ésto, de veras agradezco el apoyo que he recibido estos meses al respecto, y felizmente puedo decir que ha sido bueno ver como viene de distintas partes ese apoyo. En fin... que puedo decir, cuando uno aprecia a alguien, regala lo mas valioso en si, su habilidad y esfuerzo. :) y puesto que hoy es el cumpleaños de Kanin-neechan , quiero regalarte este mi pequeño escrito, como muestra de que tan importante eres para mi como amiga, te deseo un n_n muy feliz cumpleaños y bueno, como siempre, saludar a todos los visitantes del blog, ojala todos disfruten de este escrito.
1 comentario:
genial el relato sensei
siga asi es un gran escritor
espero algun dia haga un libro, y el mio ya autografiado ;)
bueno, nos vemos sensei
bye
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