Salté del avión y el paracaídas no se abrió. Tarde poco en llegar a la Tierra. Alcancé a ver como todo me abandonaba antes de seguir cayendo hasta el centro de la tierra, donde reinan las llamas. Me golpeé la cabeza. Me la golpeé con el teclado, el cual rápidamente me puse a teclear, antes de que notaran que me dormí en el trabajo, no quiero golpear las puertas del infierno despierto, la compañía de estas paredes blancas de mi estación de trabajo bastan.
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